Ensayista, narrador, cronista, poeta, purista
del lenguaje, gramatologo y critico literario ..

lunes, 10 de agosto de 2009

Novedad bibliográfica

El diccionario panhispánico de dudas
En 1997, cuando se celebró en Zacatezas, México, el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española, Gabriel García Márquez, quien figuraba entre los más ilustres participantes del evento, salió con un disparate que causó la burla y el desconcierto, no sólo en la totalidad de los académicos e intelectuales asistentes, sino en todas las personas del mundo entero que en ese momento gozaban el privilegio de hablar la gloriosa y transparente lengua de Cervantes: “eliminar la ortografía del castellano”. Aunque, en un comienzo se pensó que la propuesta de Gabo no era más que una de sus acostumbradas “mamadera de gallo”, muy pronto quedó descubierto de que estaba hablando en serio y tratando de justificar con razones insustanciales el fundamento de su proposición. Sostenía el connotado escritor macondiano que las palabras debían escribirse atendiendo al sonido, más no al origen, y que, por consiguiente, había que desterrar del lenguaje todas las letras y reglas que fueran innecesarias. Proponía, más concretamente, acabar con la h y con los homófonos v, j, c, q, x y ll, para facilitar a los estudiosos la simplicidad de la escritura y evitarles, asimismo, el tormento de la ortografía. Años más tarde, cuando publicó el primer tomo de sus memorias “Vivir para contarla”, dejó constancia de su consideración al expresar sin rodeos: “Hoy mi problema sigue siendo el mismo: nunca pude entender por qué se admiten letras mudas o dos letras distintas con el mismo sonido, y tantas otras normas ociosas”.

Sin embargo, como la insólita propuesta de García Márquez no tuvo acogida y fue descalificada en el acto, los académicos presentes columbraron desde entonces la fabulosa idea de crear un diccionario explicativo, que sirviera de consulta permanente a todos los beneficiarios de la lengua castellana. Por este motivo, desde comienzos del presente año se encuentra disponible en las principales librerías de la capital de la república el “Diccionario panhispánico de dudas”, que fue editado por la Real Academia Española y el Instituto Cervantes de Madrid en convenio con la Asociación de Academias de la Lengua Castellana. Una voluminosa obra que aparte de registrar los distintos usos, giros y significados de las palabras en las diferentes regiones de América, busca servir de instrumento útil y eficaz a todas aquellas personas que se preocupan por mejorar el dominio expresivo y ampliar sus conocimientos acerca del lenguaje. En él se resuelven las dudas que muy a menudo presentan los usuarios del idioma y se proponen respuestas claras y precisas a las muchísimas dificultades léxicas que diariamente acosan y perturban a los hablantes, y que se relacionan con la buena pronunciación y la correcta escritura de las palabras. Es, en definitiva, un diccionario eminentemente normativo, teniendo en cuenta que sus principios y recomendaciones están fundados en las “normas” que hoy regulan el manejo correcto de la lengua española, y se encuentran respaldadas por las distintas academias que velan por la claridad, la propiedad, la rectitud y la pureza del lenguaje.

De esta manera, el estudioso del castellano, que hoy consulte el “Diccionario panhispánico de dudas”, tendrá la oportunidad de clarificar inconvenientes relacionados con las estructuras fonológica, morfológica, sintáctica y lexicosemántica del idioma, al tiempo que hallará una respuesta concreta para satisfacer sus intereses personales o profesionales, o mejorar su nivel de formación y preparación lingüística. Y como la lengua no es un organismo estático, sino que experimenta cambios en el transcurso de su evolución histórica, cada aspecto ilustrativo muestra las distintas variantes léxicas -diastráticas y diatópicas- que enriquecen su contenido, originadas por el auge y la preponderancia que diariamente experimenta el castellano y lo sitúan entre los idiomas más importantes del mundo. Por esta razón, no me queda la menor incertidumbre al considerar que con la publicación del “Diccionario panhispánico de dudas”, los amantes del castellano encontrarán una vía fácil para resolver sus inquietudes lingüísticas, y con él García Márquez se olvidará definitivamente de su absurda propuesta de eliminar por completo la ortografía del castellano, condición que, según él mismo confiesa, “ha sido su calvario de toda la vida”.

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