Ensayista, narrador, cronista, poeta, purista
del lenguaje, gramatologo y critico literario ..

lunes, 8 de octubre de 2012

Atisbos sobre el “Día del idioma”


Siguiendo la costumbre*, la cual se ha consagrado en todos los pueblos y regiones de habla española desde hace ya 90 años, hoy, 23 de abril, nos concentramos nuevamente en nuestro muy querido Simón Araújo para celebrar el “Día del idioma castellano”, llamado también “Día de Cervantes” en algunas regiones de la Madre Patria. Con toda seguridad,  hoy, sin excepción, más de 600 millones de personas, que se enorgullecen de ser usuarios de la lengua española, hacen un alto en el camino para rendir un merecido tributo a nuestro celebérrimo idioma, que cada día se torna más floreciente, más agresivo y más dinámico dentro del contexto de las principales lenguas del universo.

Sinceramente, nada es más honroso y significativo para mí que llevar la palabra en este día, en representación del departamento de Idiomas de la Jornada Matinal de esta prestigiosa institución,   y así tener la oportunidad de pronunciar, delante de tan selecta y distinguida   concurrencia, estas breves líneas, cargadas de emotividad y de entusiasmo, para no pasar inadvertida esta magna fecha, que coincide con el fallecimiento de don Miguel de Cervantes Saavedra, ocurrido en Madrid aquel lejano  23 de abril de 1616, y quien ha sido y sigue siendo considerado en el decurso del talento literario como el más grande novelista de la lengua castellana de todos los tiempos.

Una premisa de alta estimación que honra la memoria del recordado y bien llamado “Manco de Lepanto”, aquel humilde escritor alcalaíno que, iluminado por el fuego de su inteligencia, legó a la posteridad su magnífica y trascendental novela “Don Quijote de la Mancha”. Esta obra, cuya estructura insuperable vio la luz de la existencia en los albores del siglo XVII, hace un poco más de cuatrocientos años, fue, sin duda alguna, el acontecimiento artístico  más prodigioso del llamado “Siglo de Oro” de las letras españolas, que marcó los inicios de la narrativa moderna y ha sido un punto de referencia indiscutible para todos los escritores, no solo de habla española sino de otras lenguas,  posteriores a Cervantes.

Asimismo, quiero aprovechar esta oportuna intervención para referirme al aporte significativo que ha hecho Colombia al idioma castellano desde que se produjo el descubrimiento de América, o más bien “el encuentro de dos mundos”, como se ha denominado también últimamente, acaecido  en las postrimerías del siglo XV. Y hoy podemos expresar con orgullo que en el vasto escenario de las naciones hispanoamericanas,  es en nuestro país donde mejor se habla, se escribe y se cultiva el castellano. Una afirmación que ha hecho renombre  y ha sido certificada por los grandes escritores y académicos de la Madre Patria, desde que se creó La Real Academia Española  a comienzos del siglo XVIII.

Por eso, en una histórica ocasión, no se equivocó don Juan Valera, el destacado crítico y novelista español, cuando sabiamente manifestó: “El Cervantes moderno lo tienen en Colombia y se llama Marcos Fidel Suárez”. Honraba con este calificativo el acendrado humanismo y el prodigioso talento del humilde gramático antioqueño autor del trascendental ensayo  “Los sueños de Luciano Pulgar”. No obstante, considero que así como don Marcos, son muchos los Cervantes que han florecido en Colombia. Son numerosos los personajes que han hecho significativos aportes a la literatura y al estudio profundo de la lengua castellana. Dos ejemplos clásicos los representan don Miguel Antonio Caro y don Rufino José Cuervo, el primero, autor de la célebre “Gramática Latina” y el segundo, creador del monumental “Diccionario de Construcción y Régimen de la Lengua Castellana”, una biografía completa de casi todas las palabras del español.

Destaco también los singulares aportes literarios y lingüísticos hechos por el recordado escritor bogotano Rafael Pombo, aquel personaje pequeñito, bastante delgado, ligeramente encorvado por los años, con los ojos saltones cubiertos por unos espejuelos redondos, coronado como gran “Poeta Nacional” en 1905, llamado cariñosamente “El poeta de los niños” y de quien estamos conmemorando un siglo de su fallecimiento, ocurrido en la Capital de la República el 5 de mayo de 1912. Su obra filosófica “Hora de tinieblas” y sus reconocidas fábulas “La pobre viejecita”, “Simón el bobito” y “Rin Rin Renacuajo”, quedaron grabadas con tinta de oro en las inmortales páginas del Parnaso Colombiano. Por esto, aplaudo la acertada determinación del Gobierno Nacional, de bautizar al 2012 como “El año de Pombo”.

Y como epílogo de estas palabras, quiero referirme a “Cien años de soledad”, la insuperable, colosal, integra y profunda novela de Gabriel García Márquez, considerada desde su nacimiento en 1967 como “El Quijote del tercer milenio”.  Su traducción a más de treinta idiomas y los muchos  millones de ejemplares vendidos en su casi medio siglo de existencia,  la convierten en la actualidad como el libro más leído del universo  después del Quijote de la Mancha. Una circunstancia  que ennoblece a nuestra Patria y debe ser, sin preámbulos, razón de orgullo para todos los colombianos. Así como también, hoy 23 de abril,  para todos los aquí presentes debe resultar  altamente gratificante, ser usuarios  activos de la gloriosa y transparente lengua cervantina.
*Palabras pronunciadas en la Jornada Matinal del Simón Araújo con motivo de la celebración del “Día del Idioma” el lunes 23 de abril del 2012.

1 comentario:

  1. Sublime, dr. Daniels, una pluma inspirada que la memoria de los siglos sabrán reconocer; ¡ Bon Sort!!

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